domingo, 14 de agosto de 2016

Otro paraíso perdido

Discúlpeme, señorita, por no preguntar su nombre. Discúlpeme, señorita, por no hacerle un cumplido sobre sus bellas botas cafés y mencionarle lo tierno que se veían sus medías aguamarinas, que apenas se notaban en la superficie de su pálido y hermoso tobillo. Discúlpeme por no haberle dicho lo cautivante que me resultó observar su blanco perfil y los nervios que me entraron al verme casi descubierto.
Discúlpeme, porfavor, por no dejarle de mirar al bajarse del bús, tenía miedo, mucho miedo, de no volverle a ver.
Le ruego me perdone por no atreverme a crear una vida a su lado.


El mismo día en el cual estos sucesos fueron escritos, con una esplendida casualidad que solo se puede atribuir al incierto y divino azar, me encuentro con este breve escrito de Alejandra Pizarnik. Dos épocas tan distintas y dos sentimientos muy similares:

Hoy, cuando el autobús en que viajaba se detuvo, vi por la ventanilla un hombre joven que me miraba con lasciva e interés intelectual. Me angustió y lo miré colérica pero lo miré de nuevo y allí estaba mirándome. Cuando el autobús se puso en marcha asistí asombrada a la apretura de mi rostro que le sonreía hermosamente. Pero cuando no lo vi más me subió el llanto y dije: otro paraíso perdido.  

Quizá nos vimos a través del tiempo.

jueves, 4 de agosto de 2016

Cordero de dios, compañero del diablo





Título original: Agnus dei.
Directora: Anne Fontaine.
Género: Drama.
Año: 2016

Agnus dei* es un filme de la directora francesa Anne Fontaine, donde se relata la vida de Mathilde Beaulie (Lou de Laâge), una médica voluntaria de la cruz roja francesa, en un campamento médico situado en la conflictiva Polonia de 1945, el cenit del holocausto nacionalista alemán; que, después de haber ayudado a una monja a parir urgentemente en un convento retirado del pueblo, decide continuar su labor como partera al conocer la historia detrás de los múltiples embarazos en progreso en aquel claustro sacro.

A pesar de estar ambientada en la segunda guerra mundial, en la trama un papel secundario, ya que aquí lo realmente interesante es el cuestionamiento inherente en el ser humano, el escepticismo natural que le caracteriza como superior al resto de animales. Y siendo así, la protagonista no sería la médica, puesto que ella es atea; sino las monjas del convento,  quienes sufrieron la desgracia de ser ultrajadas por miembros del ejército ruso en su propio en hogar, no solo una vez, sino tres veces, dejando como consecuencia hijos sin padres y algunos sin madre

La gran mayoría de mujeres en el convento son jóvenes y no todas llegaron a ese lugar por motivo de un llamado divino, por lo cual la devoción hacia un ser supremo no es absoluta y muy en el fondo existe la irreverencia propia del homo sapiens sapiens. Quien toma protagonismo de esta duda es la herman María (Agata Buzek), que al principio parece ser una sumisa obediente de la madre del convento (Agata Kouleza), pero pronto demostrará lo difícil que es el camino de la fe y expresará sus cavilaciones más profunda sobre dios a la Mathilde.

"Al principio, tener fe es como caminar de la mano de tu padre, te sientes segura... Pero pronto llega el momento -y creo que siempre llega- donde te se suelta la mano. Por más que grites su nombre no te responde"
 
"Tener fe es tener veinticuatro horas de duda y un minuto de esperanza".


Es un largometraje cuya narración no es complicada. Aunque cae en la típica descripción sobre la segunda guerra mundial y estima un bando mientras hecha agua sucia a otro, resulta interesante observar una de las tantas consecuencias negativas de la guerra, algo que al parecer desde el año pasado se ha puesto muy de moda.

Con respecto a al mensaje esperanzador, dejaré la siguiente frase y un poema:

"La esperanza hace más desgraciado al hombre que ya nace miserable".

Cuando más pregunté,
nadie respondió;
Cuando más llamé,
nadie contestó;
Cuando más necesité respuestas,
más preguntas encontré.

Y fue ahí,
en esa inmensa soledad,
donde me di cuenta que estoy solo,

completamente solo.

Soledad

Cuando más pregunté,
nadie respondió;
Cuando más llamé,
nadie contestó;
Cuando más necesité respuestas,
más preguntas encontré.

Y fue ahí,
en esa inmensa soledad,
donde me di cuenta que estoy solo,

completamente solo.