sábado, 9 de abril de 2016

¿Somos?

¿Somos conscientes del ruido ensordecedor que producimos? Provocamos nuestro propio aislamiento, no solo de nuestro entorno, sino de nosotros mismos. No dejamos hablar a nuestra alma; está cansada de estar encerrada, la escondemos tras un disfraz para ser aceptados por los demás ¿Por qué sentimos necesidad de ser aprobados? ¿No es acaso la auto-aprobación lo que más reconforta? ¿Cuál es la razón por la cual buscamos refugio en terceros? Tememos estar solos porque nos sentimos vulnerables. Empero, esta vulnerabilidad no desaparece al estar acompañados, solo se esconde tras el ruido que producen las conversaciones banales y superficiales: maquillaje para la vida miserable y desgraciada del individuo actual.


Es momento de darnos cuenta que ser vulnerables nos hace humanos, y que podemos forjar una protección en nosotros, sin necesidad de recurrir a un maquillaje: las desgracias hay que afrontarlas, no taparlas; en cualquier momento el maquillaje se desvanece o la venda se cae.